En un trabajo publicado este mismo 2022, la Dra Coletta y colegas exponen que a pesar de que la evidencia acerca de los beneficios del ejercicio físico a lo largo del proceso oncológico son indiscutibles, existen todavía muchos problemas tanto para implementar programas de ejercicio dirigidos como para conseguir motivar a este grupo de población.
Se mencionan:
- La falta de orientación desde el estamento sanitario
- La falta de especialistas del ejercicio en este campo
- La escasa motivación de las personas afectadas.
Falta de orientación desde el estamento sanitario
Entre las barreras que existen desde el propio estamento sanitario a la hora de recomendar y prescribir ejercicio señalan: falta de tiempo, no tener suficiente formación y preocupación por si es o no seguro. La literatura científica ya ha abordado esta cuestión y se sugiere asesoramiento específico desde el estamento sanitario que considere:
a) Los niveles actuales de actividad física de la persona y si es seguro que se ejercite de forma autónoma
b) Recomendación de incrementar los niveles de actividad física
c) Referir a profesionales que prescriban ejercicio pero teniendo en cuenta también los objetivos y preferencias de pacientes y supervivientes
Para ello se requiere EDUCAR Y FORMAR a profesionales sanitarios para que puedan orientar en actividad física a quienes están transitando el proceso oncológico.
Falta de especialistas en este campo
Evidentemente aquí se requiere FORMACIÓN específica en ejercicio y cáncer para profesionales de la actividad física y/o de la salud. Lo cierto es que en este sentido cada vez son más las iniciativas al respecto, sin embargo, estamos todavía lejos de contar con un entramado organizativo que permita implementar de forma protocolaria estos servicios.
Falta de motivación
En cuanto a la falta de motivación de las propias personas afectadas el trabajo expone algunas de las estrategias que han probado ser efectivas para incrementar los niveles de actividad física en este grupo de población.
- Promover el disfrute de la actividad
Se destaca que un gran número de pacientes y supervivientes no se ejercitan porque no perciben el ejercicio físico como una actividad placentera. Es por ello fundamental involucrar a la persona en su propio autocuidado para así encontrar estrategias que les ayuden a crear hábitos saludables. De nada sirve prescribir programas o actividades que no vayan a realizar.
2. Establecer objetivos o metas
Ligado al punto anterior, el establecer objetivos o metas es de gran ayuda siempre y cuando sean realistas. Es más, el primer objetivo debería ser simplemente que la persona se mueva más, aunque solamente sean 5 minutos diarios ya que incluso pequeños cambios van a producir mejoras y favorecer que se establezca un clima adecuado para poder ir progresando poco a poco hacia un cambio en los hábitos de actividad física y la consecución de un estilo de vida saludable. A veces queremos el todo y nos olvidamos de que los grandes logros se consiguen a base de pequeñas conquistas.
3. Incentivar el autoseguimiento
El autoseguimiento permite monitorizar los progresos y juega un rol fundamental en la motivación. Puede ser algo tan sencillo como ir marcando días en un calendario o el uso de dispositivos digitales. En este sentido, la literatura científica muestra que el uso de estos dispositivos mejora significativamente parámetros saludables como los niveles de actividad física, calidad de vida, capacidad funcional y fatiga.
4. El apoyo social
El apoyo social puede ser de naturaleza práctica o emocional y ambos conducen a incrementos en niveles de actividad física. El apoyo social debe ser entendido en un sentido amplio, por ejemplo personas que acompañen a las afectadas mientras se ejercitan o personas que las liberan de responsabilidades para que éstas puedan ejercitarse. Sin olvidar el apoyo desde el equipo sanitario que aliente y anime a quienes atraviesan un proceso oncológico a ejercitarse.
Queda patente la necesidad de identificar las barreras existentes para así poder solventarlas. También de actuar conforme a la evidencia científica existente y de formar adecuadamente a profesionales y educar a pacientes, supervivientes, el entorno y la sociedad en los beneficios de la actividad física. Por último, pero no menos importante es necesario situar a la persona afectada en el centro de su autocuidado para que tome conjuntamente con su equipo médico las decisiones más adecuadas a sus circunstancias personales, de esta manera se podrá incrementar la motivación y por tanto la adherencia, caballo de batalla en prescripción de ejercicio.
Referencia:
Coletta, A. M., Basen-Engquist, K. M., & Schmitz, K. H. (2022). Exercise Across the Cancer Care Continuum: Why It Matters, How to Implement It, and Motivating Patients to Move. American Society of Clinical Oncology Educational Book, 42, 1-7.
- Grado en Radioterapia y Oncología por la University of London
- Grado en Ciencias del Deporte, la Salud y el Ejercicio por la University of Surrey
- Posgrado en Psicología Positiva Aplicada y Psicología del Coaching por la University of East London
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