Un reciente estudio incide en la necesidad de inculcar hábitos saludables de ejercicio a adultos mayores frágiles. Este trabajo, liderado por el Dr Mikel Izquierdo de la Universidad Pública de Navarra, señala que el abordaje adecuado debe estar determinado por la funcionalidad y no por el diagnóstico.
Las intervenciones de ejercicio físico más eficaces en parámetros como la capacidad funcional, prevención de caídas, el equilibrio, la agilidad para caminar o la fuerza son aquellas que incluyen distintos tipos de entrenamiento y no solamente uno. Por ejemplo, aquellas intervenciones que combinen ejercicio aeróbico, de fuerza (especialmente importante) y de equilibrio.
Sin embargo, solamente un 10% de adultos mayores frágiles internados se ejercitan al menos dos veces por semana. Las poco menos que anecdóticas intervenciones de ejercicio físico en este grupo de población unido a la carga económica incremental que la fragilidad supone para los sistemas nacionales de salud hacen necesaria una estrategia que permita cambiar esta tendencia actual.
El reto es mantener la autonomía e independencia a medida que nos adentramos en edades avanzadas. En este sentido se sugiere la obligatoriedad de intervenciones basadas en ejercicio físico, tanto para prevención como para mejorar parámetros neuromusculares y cardiorespiratorios así como para mejorar la capacidad funcional y calidad de vida de adultos mayores frágiles.
Por último, en la parte final del artículo se hace alusión a la meta de poder llegar a prescribir el ejercicio físico como medicina.
Referencia: Izquierdo, M., Rodriguez-Mañas, L., Casas-Herrero, A., Martinez-Velilla, N., Cadore, E. L., & Sinclair, A. J. (2016). Is It Ethical Not to Precribe Physical Activity for the Elderly Frail?. Journal of the American Medical Directors Association.
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